Para mí han pasado muchas Navidades y ninguna Nochebuena desde aquel 17 de diciembre en que sicarios enviados y pagados por Pablo Escobar atentaron y dejaron sin vida a un gran maestro del periodismo y de la verdad como fue Guillermo Cano. Fue quien desde muy joven me enseñó el camino por el que debía transitar para llegar a ser uno de los muchos discípulos de la escuela que es esta casa periodística, mucho más que centenaria. Con paciencia, con pedagogía, me mostró en esas primeras letras —entonces en plomo— cómo el reportero debía relatar los hechos que eran noticia, siempre con la verdad. Me puso la tarea difícil de cubrir Congreso y política para que conociera el país y lo investigara a través de las conductas buenas pero sobre todo las malas que han caracterizado por años a muchos de nuestros legisladores. Con su apoyo elaboré un sinnúmero de reportajes y crónicas que eran una radiografía de un país que estábamos construyendo y que hoy vemos con la grandeza de muchos y la pequeñez de quienes desean verlo destruido.
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Avizoró Guillermo Cano las desgracias que nos vendrían con el narcotráfico. Los carteles de entonces sacaron sus armas para impedir que su pluma siguiera señalándolos como los mayores delincuentes. Eso llevó a que esos que combatió quisieran callarlos a él y a su periódico. Pero siguiendo su sendero y sus enseñanzas, que le demarcaron sus antepasados, el medio sigue adelante en su lucha por la libertad de prensa y la defensa de la democracia.
Con 37 años de retraso, atendiendo una orden de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el Estado colombiano hizo el pasado 9 febrero, Día del Periodista, un acto de reconocimiento de responsabilidad por su magnicidio. Es lo menos que se puede hacer cuando la justicia ha dejado en sus anaqueles la investigación de esa tragedia que aún nos pone a lamentar, cuando el país sabe quiénes fueron sus instigadores.
Ante su tumba no nos queda más que seguir por el sendero que nos demarcó para mantener vivos sus ideales, para que algún día logremos ser el país con el que soñó.