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La alternación

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Óscar Alarcón
18 de octubre de 2016 - 02:00 a. m.
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Benidorm y Sitges son dos poblaciones veraniegas españolas en donde Alberto Lleras y Laureano Gómez suscribieron sendos pactos para que los dos partidos tradicionales gobernaran al país tras la caída de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957.

Se acordó convocar al pueblo a un plebiscito el 1º. de enero de ese año. Por amplia mayoría de 4.169.294 contra 206.864 se aprobó que las corporaciones públicas serían paritarias entre liberales y conservadores hasta 1968, así como los cargos del ejecutivo que no pertenecieran a la carrera administrativa.

Las elecciones posteriores demostraron que el liberalismo había sido generoso con los conservadores por cuanto lo trató en igualdad de condiciones siendo que era mayoría. Hubo departamentos en donde la diferencia era ostensible y sin embargo elegían los mismos senadores, representantes, diputados y concejales. Luego hoy ¿por qué hay quienes se quejan de que a las Farc se le “regalen” curules en el Congreso cuando el liberalismo hizo lo propio con los conservadores en el Frente Nacional?

En el plebiscito de 1957 no se pactó la alternación sino la paridad de los dos partidos, como equivocadamente algunos lo han recordado. En el posconflicto de entonces y al iniciarse el gobierno de Alberto Lleras, el 7 de agosto de 1958, y frente a los hechos políticos presentados, los conservadores, sabedores de su condición minoritaria, presionaron una reforma constitucional en donde se disponía la alternación en el gobierno. Fue así como se aprobó el acto legislativo número 1 del 15 de septiembre de 1959 en donde se dispuso que a partir del 7 de agosto de 1962 y hasta el 7 de agosto de 1974, la Presidencia sería desempeñada alternativamente por ciudadanos de los dos partidos.

Allí nació la alternación que siempre fue criticada por Alfonso López Michelsen por considerarla antidemocrática y que condujo a la creación de grupos subversivos con los que hoy se pretende hacer la paz.

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