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Con motivo de los 500 años de Santa Marta el economista y prolífico escritor Amilkar Acosta recordó la famosa casa de la aduana, vecina a la playa, y aseguró que tan simbólica sede fue construida en 1730 por los hermanos Domingo y José Nicolas Jimeno. ¿Y por qué es importante? Porque se conserva tal como se diseñó y desde sus balcones se observa la bella bahía de la ciudad y los barcos que entran y salen de su puerto. Pero, es más, cuando el Libertador llegó a esa ciudad el 1º. de diciembre de 1830, antes de su fallecimiento en San Pedro Alejandrino, pasó diez días en el sitio y luego, después de su fallecimiento, su cadáver fue expuesto en Cámara Ardiente.
Muchos años después en el mismo lugar se le organizó un banquete en honor al general Rafael Reyes quien como presidente había anunciado una visita a la ciudad. La sociedad samaria estaba engalanada para darle un saludo fraternal al jefe del Estado, a pesar de que ya tenía el sol a las espaldas y las manifestaciones en su contra eran habituales en Bogotá. Las horas pasaban y de pronto un personaje anónimo subió al segundo piso de la casa y les comentó a los huéspedes: “¿Ustedes están esperando al presidente Reyes? ¿Ven ese barco que está pasando por el Morro? Pues ahí va el presidente”.
El mandatario no se había excusado y nadie pensaba en su retiro tan sorpresivo. Era 9 de junio de 1909 y había dejado encargado de la Presidencia al general Jorge Holguín, a pesar de que la Constituyente lo había reelegido por diez años. Regresó tiempo después de Europa.
Desde entonces se estableció en la Constitución que ningún presidente puede salir al exterior sino un año después de haber hecho dejación del cargo, a no ser que tenga permiso del Senado.
Luego en Colombia, con todo y Constituyente, hasta los Reyes renuncian.
