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LA CERCANÍA Y EL PARENTESCO

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Óscar Alarcón
30 de diciembre de 2013 - 11:00 p. m.
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con Gabriel García Márquez le han permitido al poeta y escritor samario José Luis Díaz-Granados (1946) hacer un agradable libro de recuerdos con nuestro premio Nobel.

Gabo en mi memoria se lee de corrido y muestra al glorioso escritor de Aracataca desde los años en que era feliz e indocumentado, cuando su único libro de presentación era La hojarasca y las crónicas en El Espectador, hasta cuando alcanzó la gloria. Tuvo la fortuna José Luis de conocerlo y tratarlo en aquellos años y también estar con él largas temporadas en La Habana cuando al poeta samario le tocó exiliarse para no ser víctima de quienes disentían de sus ideas políticas.

Cuenta en uno de sus apartes el siguiente diálogo:
—Poeta, ¿de qué estás viviendo?
—Por favor, no te vayas a reír, pero la verdad es que estoy viviendo de mis regalías.
Gabo suelta la carcajada:
—Entonces no se puede decir que vives, sino que agonizas.

Son innumerables las anécdotas, los encuentros entre ellos narrados en este agradable libro (Ediciones B), en donde además José Luis le hace un homenaje a Eligio, el hermano menor de García Márquez, también escritor y periodista, y con quien compartían una tertulia en el Oma de la 15, con Margarita Márquez y Pepe Stevenson, otro escritor samario, recientemente fallecido. Vale la pena leer esta memoria de José Luis. Pero a quien no le guste García Márquez, mejor lea otra memoria.

***

A propósito de libros y de memoria olvidada, escribe Soledad Gallego-Díaz en El País de Madrid: “Los políticos que escriben libros de memorias deberían aclarar en el mismo prólogo si lo que vamos a leer son sus opiniones o información. Porque no es lo mismo, y la mezcla de ambos deja al lector alicaído. Lo más interesante no serían sus memorias, en la mayoría de los casos reconstrucciones ficticias de la realidad, sino sus diarios”.
 

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