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La contravía de los gringos

Óscar Alarcón

05 de octubre de 2015 - 09:00 p. m.

¿Por qué será que a los gringos se les da por llevar la contraria, por ir en contravía?

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De sus últimos presidentes, al único que no reeligieron fue a Jimmy Carter, un demócrata y un defensor de los derechos humanos, a quien no le perdonaron devolverles el canal a los panameños, y en cambio prefirieron, con reelección y todo, a Ronald Reagan, un actor de cine, hombre de derecha que en su tiempo era una especie de Donald Trump.

En algunas épocas han sido amigos de los delfines, un privilegio que nos han disputado a los colombianos. Hay ejemplos. John Adams fue su segundo presidente y su hijo John Quincy fue el sexto. Después vinieron los Harrison: primero fue William Henry (fallecido siendo presidente) y luego su nieto Benjamín. Más adelante vinieron los Roosevelt, Theodore y Franklin Delano, primos, el segundo de ingrata recordación para los colombianos porque nos dio por donde sabemos —como lo dice su apellido— al quitarnos a Panamá.

Con los Kennedy fue lo contrario. Eligieron a John, a quien asesinaron en 1963. No permitieron elegir a su hermano Robert, a quien también asesinaron estando en campaña, y el otro hermano, el menor, Edward, también aspiró y perdió en las primarias demócratas de 1980.

Hay dos familias que ahora están tratando de consolidar la tradición de delfinazgo. Los Bush, que ya tuvieron al padre, George (1989-1993), y a uno de sus hijos, del mismo nombre, George Jr. (2001-2009), y los Clinton, que tuvieron a Bill (1993-2001). Los primeros tienen a Jeb, exgobernador de la Florida, como aspirante republicano, y los segundos a Hillary, favorita de los demócratas a pesar de que viene perdiendo popularidad en las últimas semanas.

Todo hacía indicar que los próximos comicios iban a ser de delfines: Clinton y Bush, pero a ambos se les apareció Trump, que tiene un copete, como para que lo rehagan.

Por un error, hace ocho días en el impreso de este diario apareció repetida mi columna de hace 15 días, no así en la edición virtual. No fue copia, como acostumbran algunos.

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