“Colombia es un país extraño, me comentaba un amigo. Eligió presidente a un Valencia, que no fue el poeta; un Turbay, que no fue Gabriel y a un Uribe que no fue Uribe Uribe”.
Se puede estar de acuerdo con la afirmación pero lo que sí extraña es que Paloma Valencia, nieta del presidente Guillermo León y biznieta del poeta, está plenamente en desacuerdo. Según la senadora del Centro Democrático, el mejor presidente que ha tenido Colombia, después de Simón Bolívar, fue su jefe, Álvaro Uribe.
Ella, que está debutando en el Capitolio, se comienza a caracterizar por sus afirmaciones exóticas. La semana pasada lanzó la propuesta de que lo mejor para su departamento, el Cauca, es que se divida: que en una parte queden los de su clase, es decir, los Valencia, los Iragorri, los Mosquera, y en la otra, los indígenas.
La verdad es que uno de los departamentos en donde más se observa esa división es en el Cauca, desde los inicios de la República en donde la alta clase tuvo el manejo del Estado. Joaquín Mosquera, de Popayán, reemplazó a Bolívar. Su hermano, Tomás Cipriano fue tres veces presidente y fue suegro de otro jefe del Estado, Pedro Alcántara Herrán. José María Obando (pariente de los Mosquera) también fue presidente y al ser destituido lo reemplazó el terrateniente esclavista caucano Manuel María Mallarino.
Pero en ese entonces no solo manejaban el Estado sino también el más allá. Durante esas épocas fueron arzobispos de Bogotá, monseñor Fernando Caicedo, pariente del general Domingo Caicedo, presidente encargado en 1831; monseñor Manuel José Mosquera, hermano de Joaquín y Tomás Cipriano, y monseñor Antonio Herrán, hermano de Pedro Alcántara.
El último presidente que tuvo el Cauca fue Valencia, Guillermo León y no el poeta. Y sin embargo ese departamento sigue igual que antes. No lo mejoró ni Bolívar ni Uribe. De pronto Paloma lo haga volar, dividiéndolo entre los de su clase y los indígenas.
Ella perece ser una Paloma que vuela bajito.