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La espada y los restos de Bolívar

Óscar Alarcón

16 de agosto de 2022 - 12:30 a. m.

La espada, como los restos de Bolívar, ha deambulado por el mundo y no hay certeza de que sea auténtica la primera y sean los propios los segundos. A pesar del tira y afloja que se registró con el instrumento de batalla del Libertador en el acto de posesión del nuevo presidente, hay quienes aseguran que la exhibida es una de tantas que existen.

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Con motivo del centenario de su fallecimiento, para exaltarlo y preservar en San Pedro Alejandrino sus pocos objetos, se creó en Santa Marta el Batallón Guardia del Libertador, del que hicieron parte 132 jóvenes de la época. Se importó de Reino Unido el uniforme militar, en grueso paño, que puso a sudar en las marchas a esos pobres muchachos. El 16 de diciembre de 1930 —un día antes del aniversario—, llegó en hidroavión el presidente Enrique Olaya Herrera, quien fue recibido por el gobernador del departamento, Roberto Goenaga, y el alcalde de la ciudad, Daza Portela. Al día siguiente intervinieron varios oradores y, además del jefe del Estado, habló a nombre del Senado el poeta Guillermo Valencia.

A Bolívar no lo querían en Venezuela, tanto es así que sus restos estuvieron en la Catedral Basílica hasta el 12 de noviembre de 1842, cuando una comisión del vecino país llegó para dar cumplimiento a su última voluntad: que permanecieran en la ciudad de su nacimiento. En su testamento no habló nada de la espada y sus paisanos tampoco la reclamaron. Al abrir la urna, solo encontraron tierra y polvo. Y eso fue lo que se llevaron.

En San Pedro Alejandrino no apareció ninguna espada, a pesar de que debió tener varias. Quizá se quedaron todas en la Quinta de Bolívar de Bogotá. Una de ellas fue la robada por el M-19 y Duque, como cualquiera del Esmad, la guardaba celosamente.

¿Por qué actuó de esa manera? De pronto porque temía que llegara a las manos no de Petro sino de Bolívar, el senador.

¡Qué vaina con la espada!

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