El periodista Luis Majul asegura en su investigación que Néstor Kirchner fue el presidente más rico de la historia. La publicación, que no está en las librerías argentinas, dedica varias páginas a la relación de la pareja presidencial.
Néstor Kirchner, el recientemente fallecido presidente argentino, tiene otra cara que los medios de comunicación olvidaron cuando se dedicaron a registrar el llanto y el dolor de parte de la población que lo admiraba y que estaba dispuesta a votar por él en los próximos comicios. La otra es la de quienes lo recuerdan como el político que aprovechó la gobernación de Santa Cruz y la estadía de once años en el Casa Rosada, de él y de su esposa, para incrementar el patrimonio familiar y el de sus amigos. Las cifras más modestas aseguran que la fortuna de los Kirchner, sólo entre 2007 y 2008, aumentó en un 158% al pasar de 17 a 46 millones de pesos argentinos, que equivalen, aproximadamente en moneda colombiana, a $7.931 y a $21.461 millones, respectivamente.
El dueño es un libro de Luis Majul que cuenta la historia secreta de Kirchner, de quien dice era el hombre que manejaba los negocios públicos y privados de Argentina. Allí se asegura que fue el presidente más rico de la historia de ese país y que corrigió su declaración de renta con la complicidad de altos funcionarios de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
De acuerdo con el trabajo de investigación, de 500 páginas y que no se encuentra en ninguna librería de ese país, una fuente muy cercana a la fiscalización del contribuyente aseguró que el ilustre personaje “olvidó” declarar 13 millones de pesos argentinos ($6.500 millones colombianos) a su favor que figuraban como deudas de sus amigos. Logró hacer la corrección alegando “inconsistencias conceptuales” y por primera vez en la historia del organismo competente, el martes 23 de abril de 2009 a las diez de la mañana, los funcionarios acudieron a la oficina del apoderado contable de Kirchner.
Salud y negocios
El ex presidente que acaba de fallecer, a quien sus amigos cercanos llamaban “Lupo”, no gozaba de buena salud. En 1996, cuando comenzaba el primer año de su segunda gobernación en la provincia de Santa Cruz, fue operado de urgencia de hemorroides; además sufría del colon y de otros problemas gastrointestinales que lo afectaron gravemente en la Semana Santa de 2004. Su padre había fallecido de cáncer de colon a los 64 años. Él lo hizo a los 60 por problemas coronarios.
Nunca olvidó sus orígenes humildes, pero en materia de comportamientos. En muchas ocasiones no usaba cubiertos, comía con las manos y mezclaba el vino Malbec de Rutini con Coca-Cola.
De acuerdo con el libro de Majul —un comunicador e investigador de menos de cincuenta años vinculado a la televisión—, Kirchner hacía negocios de cualquier naturaleza con amigos y conocidos: lotería, juegos de azar, finca raíz, hoteles, bancos, petroleras, subsidio de transporte, etcétera. Anota como un gran negocio la adquisición de los terrenos en Calafate, donde vivía y donde falleció. Allí fue beneficiado con un total de 423.228 metros cuadrados, de los cuales la municipalidad le entregó 38.000 a razón de $7,50 el metro. Dos años después le vendió dos hectáreas a un hipermercado en casi US$2.500 millones.
Por medio de empresas de amigos cercanos patrocinó negocios con Venezuela, país con el que firmó en Caracas, el 6 de abril de 2004, el Convenio Integral de Cooperación Bilateral. Antes de llegar al gobierno, los negocios entre ambas naciones llegaban a US$150 millones. Después, hasta principios de 2009, alcanzaron la suma de US$1.000 millones.
Dedica capítulos especiales a su relación con los medios de comunicación, habiendo hecho aprobar en el Congreso la Ley de Medios, que les permitió a su gobierno y al de su esposa Cristina manejar el comercio del papel y en esa forma “chantajear” a los periódicos para que los trataran con consideración y cariño. Describe muy ampliamente cómo se fueron deteriorando las relaciones con el periódico Clarín, que en los primeros años de su administración no fue tan crítico como lo es ahora. Cuando comenzaron a cuestionarlo le impuso medidas para perjudicarlo: le quitó el monopolio en televisión de las transmisiones de fútbol y el negocio del cable, “pegándole al grupo donde más le duele”.
Su esposa
Según el libro, Cristina, además de su dependencia hacia su marido, le tenía mucho temor. Él, según versión que divulga la publicación, no estaba convencido de “jugar” con ella para reemplazarlo en la Presidencia, pero su jefe de gabinete, Alberto Fernández, fue quien logró convencerlo.
“Cristina —comenta una persona cercana a la pareja— parecía una líder preparada, culta y decidida mientras conversaba a solas. Pero cada vez que se acercaba a su marido, tenía la sensación de que se empequeñecía”.
A raíz de la derrota que sufrió el partido a mediados de 2008, Kirchner estaba decidido a que su mujer renunciara de la Presidencia, pero el mismo jefe de gabinete pudo comunicarse con personas cercanas al presidente Lula de Silva y fue éste quien finalmente logró que desistieran de la decisión. Era su propósito postularse el año entrante nuevamente para la Presidencia. Con su muerte su partido quedó sin candidato y su mujer doblemente viuda: sin marido y sin quien la reemplace.
* Abogado y columnista
