Cada día está más lejana la caída de Maduro. El optimismo de principios de año ha disminuido al ver cómo están fallando los mecanismos para que llegue la democracia al vecino país, a pesar de apoyos internacionales y conciertos multitudinarios en la frontera. La dictadura está sólida con un Ejército que mantiene su apoyo a quienes han devastado el otrora país más rico de América Latina.
La verdad es que no puede llegar a feliz término un movimiento que lideran el señor Trump y la derecha más reaccionaria del republicanismo norteamericano, encabezada por el senador Rubio. Han dicho que no descartan cualquiera de las vías que conduzcan al derrocamiento de Maduro y su cuadrilla, incluida la invasión militar. Ante una pregunta de un periodista norteamericano al presidente Duque de si su Gobierno estaría dispuesto a permitir el ingreso de tropas extranjeras para atacar a Venezuela, nuestro mandatario no fue claro en su respuesta, lo cual ha dado margen a un sinnúmero de interpretaciones. Tampoco han sabido explicar la razón de la anotación, en la libreta de notas del asesor Bolton, de los 5.000 soldados a Colombia.
Todo hace indicar que no hay claridad en “las distintas formas de lucha” que se están empleando para combatir al régimen de Maduro. Ojalá algo bueno salga de la reunión del Grupo de Lima que debió realizarse ayer.
Ahora, ¿el problema es solo Maduro? ¿Con su retiro comienza la nueva república? En un hipotético y cada vez más remoto cambio de gobierno, no le quedará fácil a Guaidó. Después de 20 años de gobierno chavista es mucho lo que toca hacer para desmontar todo ese entramado que hoy tiene sin salida a nuestra querida Venezuela.
Por la mente de todo el mundo, y aun de las más pesimistas, no se pensó que luego de los gobiernos de los adecos y copeyanos, los vecinos llegaran a una Caldera que no hay manera de apagar.