ES PROBABLE QUE EL PAPA FRANCISco nos visite en el 2016.
Hace 50 años a nadie le pasaba por la cabeza que un papa pudiera venir a Colombia. Por eso, cuando García Márquez escribió Los funerales de la Mamá Grande y narró que el sumo pontífice llegó a Macondo, se dijo que eso era pura ficción. No fue solo ficción, sino profecía. El escritor dijo allí que al ilustre visitante lo recibió un presidente que era chiquito, calvo y rechoncho (una descripción premonitoria de Lleras Restrepo) y además que quien tocaba el bando era Pastor Pastrana y —¡cosas del destino!— el ministro de Gobierno era Misael Pastrana.
Todo eso sucedió con la visita que hizo Paulo VI. Días antes de la llegada, cayó el canciller de la época, Germán Zea Hernández. ¿Por qué? Según el presidente López Michelsen, el ministro se había tomado unos tragos de más en un avión que lo llevaba a Lima y en un momento dado lo cogieron los periodistas y le preguntaron qué opinaba de la encíclica Humana Vitae, que prohibía la píldora anticonceptiva. “Germán, que sin tragos era francmasón, se despachó y dijo algo así como que el célibe del papa no podía opinar sobre la píldora anticonceptiva” (Palabras pendientes, página 71).
La chiva de la caída de Zea la dio en El Espectador el inolvidable periodista y entonces subdirector del mismo, Darío Bautista. El escándalo fue monumental. José Antonio Montalvo, embajador en el Vaticano, renunció; el nuncio amenazó con cancelar la visita de Pablo VI, que estaba a mes y medio de cumplirse, y entonces a López, que estaba de gobernador del Cesar, con guayabera, oyendo vallenatos y tomando uno que otro whisky, le tocó reemplazarlo en la Cancillería y como tal le correspondió recibir al pontífice.
¿Qué pasará cuando nos visite el papa Francisco? ¿Vendrá a la firma de la paz? Paz… ciencia.
