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Las caídas de Suárez

Óscar Alarcón

09 de noviembre de 2021 - 12:30 a. m.

Hace 100 años en Colombia no pasaba nada. La tranquilidad y la calma eran completas. El Gobierno no necesitaba servicio de inteligencia y los presidentes salían a la calle solos, a pie, sin guardaespaldas. A las cinco de la tarde terminaban su tarea, sin dejar sobre su escritorio asuntos pendientes. Así describía esas épocas Eduardo Zuleta Ángel en su biografía de López Pumarejo.

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Pero entonces sucedió algo extraño, que hoy también sigue siendo extraño. Al presidente de la República, Marco Fidel Suárez, le tocó retirarse del cargo —no renunció— porque denunciaron que había vendido su sueldo. El mandatario, con voz tenue, casi imperceptible, confesó en la Cámara que lo manifestado por el representante Laureano Gómez era cierto y que en su criterio moral consideraba que no había cometido ninguna falta porque los préstamos pedidos a individuos o compañías que tenían negocios con el Estado o aspiraban a tenerlos habían sido garantizados con propiedades particulares suyas que de sobra alcanzaban para reembolsar los dineros recibidos.

Pero cayó un 11 de noviembre —el jueves se cumplen 100 años— y se siguió cayendo porque el 6 de noviembre de 1923, cuando entonces tenía 68 años, fue atropellado por un camión de carga mientras caminaba por la calle 12 en el centro de Bogotá. Es que a él le encantaba caminar. Lo hacía con la cabeza inclinada, tanto así que cuando era presidente, también caminando, un ciclista lo atropelló en la intersección de la calle décima con la carrera octava.

Lo anterior contrasta con los burócratas de hoy —hasta los de la llamada de quinta categoría— que no renuncian ni se retiran y se transportan en camionetas blindadas con escoltas que desconocen las señales de tránsito y no respetan los semáforos. Ganan millas aéreas con el turismo oficial y se cuidan de no ser atropellados en las calles por los autos. Evaden… hasta los autos de detención.

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