A propósito de la salida del país, abruptamente, del presidente Rafael Reyes, tema del que me ocupé hace un par de semanas, me quedó en el tintero una anécdota lo más de importante que relata en sus conferencias de Historia del Derecho Constitucional Colombiano el profesor José Gnecco Mozo, el mismo que escribió en su momento un libro sobre la reforma constitucional de 1936, de López Pumarejo.
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Se me quedó en el tintero por hallarme fuera de mi sitio habitual de trabajo y no tener el documento a la mano. Lo transcribo entre comillas para evitar malos entendidos: “Relata don Gustavo Gnecco, hermano mayor del autor de este historial y padre del magistrado de la Corte, José Eduardo Gnecco Correa*, que siendo él muy pequeño, apenas un muchacho, vio cómo de la Aduana de Santa Marta al muelle, la familia presidencial atravesó ese corto espacio de playa en una ‘mesita´ ferroviaria. Uno de los hijos del general olvidó una maleta de mano. Los funcionarios de la Aduana le pidieron al chico que llevara al barco tal maleta. Gnecco corrió sobre los durmientes para llegar a tiempo. En medio de la carrera tomó un breve respiro, no sin que curiosidad infantil lo moviera saber que había dentro del bagaje pues le llamaba la atención el mucho peso. Abrió el maletín y encontró que estaba lleno de libras esterlinas. En la escalerilla del barco lo esperaba el hijo del general Reyes, a quien entregó la olvidada prenda”.
Buena hazaña y esfuerzo del niño para cargar tanto peso, que no eran pesos de la época sino libras. Porque cuenta más adelante el mismo Gnecco Mozo que Reyes anduvo por el mundo viajando con la suntuosidad de un pasha, enviando sus estudios y sus narraciones, mientras el encargado de la Presidencia, su consuegro el general Jorge Holguín, despachaba desde Palacio. Regresó al país en 1918.
* José Eduardo Gnecco Correa fue uno de los magistrados asesinados en el holocausto del Palacio de Justicia.