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Los escritores y los gobiernos

Óscar Alarcón

21 de septiembre de 2021 - 12:30 a. m.

A propósito de la infortunada actitud del Gobierno y del embajador en España, Luis Guillermo Plata, sobre la participación en la Feria del Libro de Madrid, bueno es desempolvar la carta que le envió García Márquez a su amigo Guillermo Cano, cuando le fue ofrecido el consulado de Colombia en Barcelona. Comenzaba su gloria después de la publicación de Cien años de soledad y el canciller de la época, Alfonso López Michelsen, en un gesto de simple amistad, le pidió al presidente Lleras Restrepo que le dieran esa distinción al joven escritor.

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El primer mandatario, de larga trayectoria política, tenía el pálpito de que Gabo iba a declinar, pero López, quien apenas comenzaba a desempeñarse como funcionario, luego de estar en el desierto oposicionista del MRL, le insistió. Vino el anuncio del nombramiento. Y Gabo le escribió a Cano, explicando su actitud: “He dicho varias veces y se ha publicado que no acepto puestos públicos ni subvenciones de ninguna clase; que nunca he recibido un centavo que no haya ganado con mi máquina de escribir, que cualquier oficio extraño al oficio compromete la independencia del escritor, y que esta es para él, según mi modo de pensar, algo tan esencial como saber escribir”.

Y fue enseguida más enfático: “No puedo ponerme al servicio del gobierno de mi país, y no por soberbia dogmática, ni por machismo vengativo con quien quiere tener manos arriba a los estudiantes, ni por explosiones de rabia que retumban en el exterior con un estruendo mayor que las buenas obras, sino porque estoy en desacuerdo con el sistema entero a todo lo largo y a todo lo ancho y a todo lo profundo de su estructura anacrónica”.

La carta es de febrero de 1970 y hoy el sistema sigue igual, buscando escritores neutros que hablen, no del país, sino del gobierno. Y haciendo el oso en una Feria del Libro en donde exponen libros no solo neutros, sin textos. Una especie de naranja mecánica, sin jugo.

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