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De tal palo, tal astilla, dice un viejo refrán.
Eso se puede aplicar a varios de nuestros políticos, no así a los Leyva. Me refiero a Jorge Leyva Urdaneta y a Álvaro Leyva Durán, su hijo. El primero fue seguidor de Laureano Gómez, conservador doctrinario, y el segundo, sin desconocer que es del partido de su padre, ha sido un luchador incansable por la paz desde hace más de 30 años. Como tal, es muy cercano y de confianza de las Farc.
Jorge Leyva, como militante laureanista, fue parlamentario, gobernador y ministro de Obras Públicas. El 13 de junio de 1953, el Gobierno estaba a cargo del designado Roberto Urdaneta Arbeláez, y Laureano Gómez, quien era el presidente titular, reasumió y nombró ministro de Defensa a Leyva, quien era de Obras Públicas. Vino ese mismo día el golpe de Rojas Pinilla y a Gómez y a Leyva les tocó irse al exilio, porque después de un descontento general llega un general contento.
Luego de casi cuatro años del gobierno de Rojas, Alberto Lleras fue en busca de Laureano Gómez a España y los dos jefes políticos firmaron los acuerdos de Benidorm y Sitges, que fueron las bases del Frente Nacional. Jorge Leyva, en Nueva York, buscó por todos los medios oponerse a los acuerdos por considerarlos lesivo para su partido.
Abrió tolda aparte y se lanzó como candidato presidencial, enfrentándose a Alberto Lleras, quien era el de la coalición. Sacó Leyva 614.861, mientras Lleras 2’482.948. En 1982 volvió a lanzarse en disidencia; sacó 308.992 frente a Guillermo León Valencia, quien ganó con 1’636.081 votos. López Michelsen, también en disidencia, llegó a 624.863.
Álvaro Leyva Durán ha sido luchador incansable por la paz y gran artífice del proceso que vivimos. Muy distintos el padre y el hijo, aun cuando éste asegura que sigue siendo conservador.
