Los Leyva siempre han sido los Leyva. Álvaro, quien ha ocupado titulares de prensa recientemente por pasar de ser mano derecha —y sobre todo derecha— del presidente Petro a convertirse en su más ferviente conspirador y divulgador de su vida privada y secreta, ha dado siempre vueltas extrañas. Como conservador fue secretario privado de Misael Pastrana Borrero en su gobierno y luego, en la administración de Belisario Betancur, fue ministro de Minas. Después se convirtió en el más acérrimo defensor de los procesos de paz, siendo el confidente de las FARC y de sus jefes Manuel Marulanda Vélez (Tirojifo) y Jacobo Arenas. A nombre de ese grupo llegó a la Constituyente del 91 y, al asumir el presidente Petro, fue su canciller. Pocos años antes se fue al exilio en Costa Rica para evadir una detención de la Fiscalía de Alfonso Gómez Méndez.
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Álvaro Leyva es hijo de Jorge, quien hizo parte, con Álvaro Gómez, del binomio que estuvo detrás del poder en el gobierno de Laureano. Fue Jorge su ministro de Obras Públicas. Cuando se avizoraba el golpe de Rojas Pinilla, Laureano destituyó a Lucio Pabón Núñez, como ministro de Guerra, y designó en su reemplazo a Jorge Leyva, a quien le ordenó que se presentara ante el batallón Caldas para hacerse reconocer de las tropas. Cuando llegó, ya el golpe se había producido y fue puesto preso.
El presidente titular se fue a España y luego de tres años de gobierno de la dictadura, Alberto Lleras fue en su búsqueda para suscribir el acuerdo del Frente Nacional. Concretado el pacto, Jorge Leyva se encontró con Lleras en Nueva York, lugar de escala para regresar a Colombia, y este le entregó en el aeropuerto un sobre cerrado que Laureano le enviaba al director de El Siglo, Guillermo Gómez Moncayo, en donde suponía que iba el documento firmado por los dos, pero además le adicionó su declaración en donde manifestaba su desacuerdo con el pacto. Sin saberlo, Lleras fue el “mensajero” del mensaje en donde rompió de por vida con su “íntimo” Laureano Gómez, y se convirtió en su más acérrimo enemigo.
Algo parecido ha hecho su hijo Álvaro con su otrora íntimo, el presidente Petro. Es que lo que se hereda no se hurta, así las “victimas” de entonces fueran los Gómez Hurtado.