Enrique VIII, el rey de Inglaterra, sufrió toda la vida por no tener un hijo varón que fuera heredero del trono.
Fue adúltero para lograr que una mujer le concibiera un heredero de ese sexo que continuara con la dinastía. Hasta buscó el divorcio con Catalina de Aragón y lo que logró fue que el reino cambiara de religión oficial pasando de la católica, que no le quiso disolver el vínculo, a la protestante. Aún ella es la oficial y la Reina Isabel actualmente es el “papa” de los protestantes.
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De los últimos presidentes del “reino” de los Estados Unidos ninguno ha tenido varón. Hay una excepción que fue nefasta, la de George Bush, papá, quien tuvo dos hijos varones, uno de los cuales fue gobernador y otro también fue “rey”, con las consecuencias conocidas. Después de aquél, incluido su propio hijo, ninguno ha tenido varón. Ni Clinton, ni Bush júnior y aun el que está próximo a posesionarse, Barack Obama. Por eso, bienvenidas las mujeres, ojalá pudiéramos caer en sus brazos sin caer en sus manos.