A propósito de la posesión de Barack Obama, se ha hablado mucho de dos presidentes norteamericanos: Abraham Lincoln y John F. Kennedy.
Éstos tuvieron mucho en común, a pesar de que gobernaron con cien años de diferencia. Mientras el primero fue elegido al Congreso en 1846, el segundo lo fue en 1946; mientras el primero fue presidente a partir de 1861, el segundo lo fue desde 1961. Ambos fueron asesinados con tiros en la cabeza, un viernes. Y qué casualidad, cada uno de sus apellidos tiene siete letras. Otra cosa más, a Lincoln lo mataron en el teatro Ford y a Kennedy en un carro Lincoln de la Ford.
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Pero sigamos. A Lincoln lo sucedió su vicepresidente Andrew Johnson y a Kennedy, también su vicepresidente Lyndon B. Johnson. Ambos Johnson y ambos sureños, como también lo fueron sus homicidas: John Wilkes Booth, de Lincoln, y Lee Harvey Oswald, de Kennedy (nombres de quince letras cada uno). Ellos fueron asesinados sin que se les hiciera el juicio. Lincoln tenía un secretario de apellido Kennedy y Kennedy tuvo una secretaria de apellido Lincoln. Y lo que no podía faltar: una semana antes de su muerte, Lincoln estuvo en Monroe (Maryland) y Kennedy, aseguran las malas lenguas, estuvo con Marilyn Monroe. Pero el día de la muerte ambos estaban con sus esposas.