El juramento de posesión de los presidentes norteamericanos es de sólo 35 palabras.
En el acto donde asumió Obama, el jefe del Tribunal Supremo, John Robert, iba muy de prisa, alteró el orden de las palabras y eso produjo que el nuevo jefe de Estado se confundiera en el momento de jurar. Por eso al día siguiente, en privado, repitieron la ceremonia. ¿Se imaginan si eso hubiera ocurrido en Colombia, cuando aquí se arman problemas si al Presidente le colocan al revés la banda? Con seguridad que ya hubieran demandado los primeros decretos —los expedidos entre las 12 del mediodía del 20 de enero y los primeros del 21— porque el mandatario no tenía competencia. Todo el gabinete estaría en interinidad y todavía no estuviera vigente la congelación de sueldos de los funcionarios, que fue de las iniciales disposiciones del nuevo gobierno.
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Llamó la atención cómo inició Obama su discurso. Simplemente dijo: “Conciudadanos”. Aquí acostumbran dirigirse a cada uno de los invitados especiales, lo cual dura más que el mismo discurso. Cuando se posesionó Mariano Ospina Pérez, el presidente del Senado, José Jaramillo Giraldo, pronunció un discurso tan largo que uno de los diplomáticos invitados, para no romper el protocolo, le tocó abstenerse de ir al baño. Como consecuencia de ese “aguante” no rompió el protocolo, pero casi se le rompe la vejiga. Le dio cistitis y a las pocas semanas falleció.