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Hay colas largas, pequeñas, aplanchadas y hasta redonditas. Pero a la que me quiero referir es a las de los restaurantes en donde se hace cola para tomar asiento.
Experimento atracción por ellos porque me recuerdan la época de estudiante cuando almorzaba en la cafetería de la Nacional. Generalmente son económicos y a veces no tan buenos, pero en su mayoría son buenos. A eso se debe la paciencia de los comensales para esperar turno, casi siempre en la calle. En Piazza Navona de Roma existe la trattoria Baffetto en donde se come, diría yo, la mejor pizza del mundo. A cualquier hora que uno vaya, siempre hay cola.
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Pero el restaurante de esta condición que siempre me ha llamado la atención es Pantry, situado en el downtown (centro) de Los Angeles. Siempre hay cola desde 1924, cuando lo abrieron, y jamás lo cierran. Allá no hay cerraduras en las puertas de entrada. Sea de noche, de medio día, de madrugada, a cualquier hora, no sólo está abierto sino que toca hacer cola. Y han tenido que someterse a esta paciencia personajes como Bill Clinton, Marilyn Monroe, Humphrey Bogart, Martin Luther King. Lo bueno que debe ser un restaurante de cola en Río de Janeiro, en donde ellas muestran el desarrollo brasileño, sobre todo si es en bikini.
