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LA SIQUIATRÍA ES EL ÚNICO NEGOcio en el que el cliente nunca tiene la razón.
Por eso muchos vieron con escepticismo la gestión que podría hacer allí alguien que tiene esa especialidad, Luis Carlos Restrepo, como Alto Comisionado de Paz. Luchó con entusiasmo y, como ese es un cargo ingrato, nadie le reconoce su labor. Después de renunciar varias veces, finalmente el presidente Uribe le aceptó la dimisión y desde las escalinatas de Palacio el Primer Mandatario anunció que se retiraba de sus cuarteles de invierno y pasaba a la política, que no es un cuartel sino un manicomio, para hacer parte de un Senado Admirable.
En la U, contrario a lo que dice Marta Lucía Ramírez, hay una democracia participativa. Por eso el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, les acaba de participar a sus miembros que el nuevo director del partido será Luis Carlos Restrepo. Ya entiendo por qué dicen que los Santos están bien en el cielo pero son un infierno en la tierra.
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Cuando las personas contaban con un nombre horrible, era muy difícil cambiárselo. Por allá en los años setenta había un destacado jurista que llegó a ser presidente de la Corte Suprema de Justicia. Fue profesor en el Externado y un día una alumna, con mucho respeto, después de darle muchas explicaciones, le comentó: “Doctor, yo le quiero decir una cosa muy reservada. Los compañeros de curso le tienen un apodo. Lo llaman Crótatas”. Pues, no era un apodo, su nombre era Crótatas Londoño.
En el gobierno de Virgilio Barco, cuando me desempeñaba como superintendente de Notariado y Registro, logramos expedir un decreto con fuerza de ley que facilitó ese trámite pero, para evitar abusos, se determinó que el cambio sólo podía hacerse por una vez. Ahora la Corte Suprema de Justicia acaba de poner fin a esa limitación. Es decir, que quien hoy es Horacio, dentro de dos meses puede ser Eccehomo y un año después Homosapiens.
