UN HIJO DE PABLO ESCOBAR HA TOmado la decisión de cambiarse el apellido y ponerse en cambio el de Marroquín, teniendo en cuenta, según ha declarado, que ese corresponde a familias distinguidas de Bogotá.
La verdad es que el Marroquín que se conoce es el tristemente célebre vicepresidente, quien asumió el poder por un golpe de Estado. Le entregaron un país y devolvió dos, ya que por su condición de hombre dubitativo, Colombia perdió a Panamá.
Por esas jugadas malosas de don Miguel Antonio Caro, José Manuel Marroquín, de 71 años, formó parte como candidato a vicepresidente de una fórmula presidencial en la que el aspirante a ese cargo era uno más viejo que él, Manuel Antonio Sanclemente, de 82. Los dos eran ineptos para gobernar. Este último por su estado de salud (estaba enfermo del corazón y no podía vivir en la altura de Bogotá), el otro por su reiterada indecisión y ambos por su avanzada edad. Eran un par de ancianos respetables y alejados de la política militante, no representaban amenaza para nadie y el señor Caro pretendía, con ellos, seguir manejando el poder. Pero eso no lo logró y su jugada política fue nefasta para el país.
Además, Marroquín era un escritor cuyos libros se vendían poco, pero tuvo un hijo, Lorenzo, que se vendía fácilmente. Aseguran que recibió dinero por la separación de Panamá y construyó el llamado Castillo Marroquín, situado a la salida de Bogotá, por el norte, uno de cuyos dueños fue, hace unos años, amigo o socio de Pablo Escobar, ¡qué casualidad!
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Ex… cobar, hoy Marroquín, no sólo se cambió el apellido, sino que además tuvo el valor de pedirles perdón a los deudos de Rodrigo Lara y Luis Carlos Galán por las atrocidades de su padre. Igual gesto deben tener estas dos familias para poner fin a los interminables procesos en donde cada día aparecen nuevos inculpados con confesiones de delincuentes a los que no debe dárseles la más mínima credibilidad.
Todo ello debe conllevar también a que el concejal Carlos Fernando Galán, hijo de Luis Carlos, cambie su actitud en contra del tren de cercanías. Por algo es de cercanías.