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Macrolingotes

Óscar Alarcón

07 de diciembre de 2009 - 11:20 p. m.

LOS SERVICIOS DE LA INTELIGENCIA de la Casa Blanca —¿o ahora será Casa Negra?— están desconcertados porque una pareja de “lagartos” se coló en una cena de Estado.

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Los esposos Michelaele y Taracq Salahi no se contentaron sólo con burlar los organismos secretos del Pentágono, sino que en su página de Facebook han publicitado las fotos en donde aparecen con Obama y su señora, el primer ministro de la India y el resto de personalidades que se hallaban allí. Eso en los Estados Unidos es una novedad, pero en Colombia es lo más habitual, sobre todo en los cocteles bogotanos, tan criticados por el presidente Uribe.

Por los años ochenta era muy dado a colarse un joven a quien llamaban el “amarillo”, por el color de su piel. El organizador de un acto social, advertido de las habilidades del personaje, apostó a que no lo iba a dejar entrar. Pero, en medio de  su sorpresa, cuando llegó al lugar para dar las últimas instrucciones a los meseros, ya el “lagarto” estaba con vaso de whisky en la mano y comiendo los primeros pasabocas. Por supuesto, perdió la apuesta, pero  se sorprendió tanto de la habilidad del joven —quien, por lo demás, siempre estaba bien vestido, esperando la colada del día— que brindó con él y, para evitarse problemas e incomodidades futuras, lo comenzó a invitar asiduamente. Sin embargo, en esas ocasiones, el “amarillo” se excusaba de ir, porque tenía otro acto social al cual no estaba invitado, pero deseaba concurrir.

***

Ese personaje fue uno de los retenidos en el coctel que se convirtió en toma, el de la embajada dominicana. Cuando el M-19 se dio cuenta de que era un “lagarto”, lo quiso sacar de primero, pero él se opuso y prefirió aguantarse los dos meses que duró la toma, junto con el embajador de los Estados Unidos, el Nuncio, Angelo Acerbi, y los otros diplomáticos, entre quienes se hallaba uno de un país centroamericano, poeta, que tenía un hermoso nombre: Aquiles Pinto Flores.

A propósito de cocteles, David Sánchez Juliao sostiene que las letras R.S.V.P., que se ponen en muchas tarjetas de invitación, quieren decir: Reciba Su Vodka Parado.

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