PÍO XII HA SIDO UNO DE LOS PAPAS más controvertidos en los últimos años. A pesar de ser italiano, estuvo muy vinculado a Alemania por haberse desempeñado durante mucho tiempo como Nuncio en ese país.
Y después su Pontificado coincidió con la Segunda Guerra Mundial y la persecución a los judíos, frente a lo cual mantuvo una actitud discreta, no dijo ni pío ni papa. Por eso, cada vez que se anuncia su canonización esa comunidad protesta, como está sucediendo ahora.
Eugenio Pacelli, así se llamaba, estaba predestinado a ser Papa, por ser de familia distinguida en Italia y por pertenecer a la burocracia vaticana, tanto que su elección fue una de las más breves de los últimos trescientos años. Su eterna ama de llaves, la alemana sor Pascualina Lehnert (con quien le inventaron más de un cuento), ha sido la única mujer que ha estado en un cónclave. Escondida discretamente en la Capilla Sixtina, presenció su elección.
Por recomendación de esa monja, su médico personal fue un oculista, Riccardo Galeazzi-Lissi, hermanastro del conde Galeazi, casado con una hija de Mussolini. Él fue quien lo incitó a tomar ácido crómico, utilizado para teñir el cuero. Tomó tal cantidad que eso le produjo complicaciones esofágicas que terminaron en hipo permanente. De eso murió. A cubrir su muerte, El Espectador envió a su reportero estrella Gabriel García Márquez, pero primero fue el cierre del periódico que la muerte anunciada del Papa, por hipo y por hipocondríaco.
Los lectores de Gabo nos perdimos de las crónicas del fallecimiento de Pacelli. Por culpa de su médico oculista —que no vio nada— el cadáver estuvo mal preparado, tanto que al tercer día de expuesto el rostro se puso verdoso, después púrpura y el hedor que desprendía era tan intenso que uno de los guardias suizos se desmayó. Para colmo la nariz se puso negra y se cayó antes del entierro. ¿Qué tal nuestro Nobel describiendo eso?
Los judíos no aceptarán su beatificación ni su santificación porque ellos son antipacellistas de nazi…miento.
