JOSÉ MARÍA OBANDO FUE UN HOMbre desgraciado desde sus orígenes. Su hermosa abuela tuvo a su madre en una relación adúltera. Luego ella, su abuela, mató a su marido, que no fue abuelo de Obando. También su progenitora lo tuvo sin que hubiera matrimonio.
Cuando apenas tenía dos años lo adoptaron Juan Luis Obando del Castillo y su esposa, Agustina del Campo. Así comenzó su vida este gran general que pasó a la historia como el autor intelectual del asesinato de Sucre, como pésimo gobernante pero como gran líder.
Hay un refrán según el cual, en abril aguas mil. Quién sabe si eso se cumpla este año con el fenómeno de ‘El Niño’. Pero abril para Obando no fue un mes pasado por aguas, sino un mes que lo marcó: en abril (1° de 1853), tomó posesión del cargo de Presidente; en abril (21 de 1854), lo derrocó el general Melo; en abril (4 de 1855), lo condenó el Congreso y en abril (29 de 1861), murió peleando al lado de su ex enemigo y pariente Tomás Cipriano de Mosquera.
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Mauricio Vargas Linares ha hecho una muy buena y documentada biografía de Sucre, que merece todos los elogios, El mariscal que vivió deprisa. Naturalmente se ocupa de su asesinato y toma partido entre quienes sindican a Obando de haber participado en los hechos. Yo no es que disienta de esa tesis, que no hay que aceptarla tan deprisa, pero lo que a mí siempre me ha llamado la atención es que uno de los presuntos coautores, por lo menos intelectuales, fuera el bogotano Isidoro Barriga, quien al poco tiempo de cometido el delito, consoló a la viuda, María Carcelén, se casó con ella y muchos aseguraron que tuvo relaciones amorosas en vida del mariscal. Luego, barriga llena, corazón contento. ¿Fue un crimen político o un crimen pasional? Tocará declarar el hecho como de lesa humanidad para ver si por fin nos aclaran los móviles del asesinato y sus verdaderos autores.
