EL PASADO DOMINGO SE CUMPLIÓ el centenario del nacimiento del político conservador caldense Gilberto Alzate Avendaño y el próximo 26 de noviembre se recordarán los cincuenta años de su fallecimiento.
A él se le rememora no sólo por su inteligencia y preparación —gran jurista, escritor y orador—, sino también por su inclinación a la comida en demasía, que lo llevó muy temprano a la muerte. Cuando el gobierno de Laureano Gómez, era el virtual designado a la Presidencia por cuanto tenía las mayorías en el Congreso. En 1951 las Cámaras se aprestaban a elegirlo para esa dignidad y todo iba muy bien hasta cuando se enfermó muy grave el presidente titular. Su hijo, Álvaro Gómez Hurtado, acompañado de Luis Navarro Ospina, se presentó al Capitolio y dio a entender que era voluntad, casi póstuma de su padre, que se eligiera a Roberto Urdaneta Arbeláez.
El gobierno logró movilizar a la mayoría de los congresistas elegidos el 16 de septiembre a través de un “puente aéreo” y el 30 de octubre Urdaneta fue elegido designado. A Alzate lo convencieron diciéndole que a él le garantizaban la candidatura presidencial, para después —con un gobierno de cuatro años— en vez de un gobierno breve para concluir la administración de Laureano Gómez.
Elegido Urdaneta se despachó corriendo una comisión que lo acompañara al Capitolio para que tomara posesión de la Presidencia. Pero los delegados casi se desmayan cuando el designado les informó que tomaría un tiempo para despachar asuntos particulares.
A Alzate le tocó conformarse con ser presidente… del Senado y comentó con humor: “Un falso diagnóstico del profesor Jaime Jaramillo Arango produjo la elección de Urdaneta. En adelante no hay que creer en los infartos”.
Murió de 50 años y lo mató la gula, en noviembre de 1960, cuando era también el virtual candidato conservador para las elecciones de 1962. Ante su ausencia se escogió a Guillermo León Valencia. Falleció por comer, luego de pasar algunos días en la Clínica de Marly, en estado de coma.
