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CUANDO NACÍA LA REPÚBLICA Y LOS partidos, fundamentalmente los liberales y los conservadores se diferenciaban en que los primeros eran amigos del federalismo y los segundos del centralismo.
Pero también aquellos utilizaban la “i” latina y los otros la “y” griega. El uso de la “y” era considerado conservador y, por el contrario, los liberales escribían leí, al tiempo que esa misma “i” la empleaban como conjunción copulativa, para unir palabras o cláusulas: vamos al río i al mar. Pues el próximo domingo, al inaugurarse la Feria del Libro de Guadalajara, será lanzada la nueva ortografía de la lengua española con cambios muy importantes como los que pretendieron hacer nuestros próceres.
La “y” griega se llamará “ye”; la “b” será simplemente “b” y la “v” corta o chiquita tendrá, ahora sí, el nombre oficial de “uve” y, por consiguiente, la “w” será “uve doble”; la “ch” y la “ll” dejarán de ser letras independientes y en adelante serán combinaciones de una “c” y una “h” y de doble “l”, lo cual significa que de ahora en adelante las letras del alfabeto serán 27. Desaparece la tilde en la palabra “solo”. Solo, desde el próximo domingo, debe escribirse solo, sin tilde.
No sé de dónde habrán sacado ese nombre tan feo de “uve” pero la verdad que aquí, entre nosotros, no ha pegado. Cuando se hizo el negocio del Banco Ganadero se lo vendieron a los españoles y ellos nos introdujeron el nombre del establecimiento adquirente: BBVA y hasta lo decimos mecánicamente. Pero digo que no nos acostumbramos a cambiarle el nombre a la “v” chiquita porque cuando nos referimos a otro banco nacional no decimos A uve Villa, sino simplemente AV Villas. En el negocio de don Luis Carlos Sarmiento la “uve” queda en la banca.
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Ese tema de las letras es muy complicado. Por ejemplo, si la A no existiera en el alfabeto, el sitio de nacimiento de nuestro Nobel no se llamaría Aracataca.
