A PROPÓSITO DE LOS RANKINGS presidenciales, en diciembre de 2003 la revista Carta Financiera de Anif (número 125) publicó una calificación de nuestros mandatarios, desde 1958 hasta Andrés Pastrana.
El trabajo, hecho por José Ignacio López G., analiza el aspecto económico de los gobiernos, siguiendo una técnica de Arthur Okun, economista norteamericano, asesor de Lyndon B. Johnson. El trabajo consiste en tomar los índices de inflación y desempleo previos a cada administración para calcular la diferencia entre cada una de ellas y su promedio durante el período de gobierno. Con esto se concluye si hubo mejoría o empeoramiento.
El investigador concluye que el mejor gobierno en estos dos aspectos fue el de López Michelsen; el segundo, el de Carlos Lleras Restrepo; el tercero, César Gaviria, y el cuarto, Alberto Lleras quien, paradójicamente, es el primero en el ranking de los historiadores, que ha dado mucho de qué hablar y que ha puesto a muchos en estado preagónicos.
A las administraciones conservadoras no les va tan mal, pero sí hay casos muy simpáticos. Por ejemplo, a Andrés Pastrana, quien ocupa el quinto lugar, le va mejor que a su papá Misael, quien está de último, en el puesto 11, a pesar de que este fue un presidente sonriente con un ministro Llorente. Guillermo León Valencia está de 10, mientras que Belisario Betancur de sexto, seguido por Ernesto Samper, de séptimo; Virgilio Barco, octavo, y Julio César Turbay, noveno.
No se explica uno por qué sectores conservadores recibieron con reserva el ranking de los presidentes hecho por los historiadores, quizá porque no aparecen mandatarios de ese partido. Pero frente a eso bueno es recordar lo que decía a comienzos del siglo XX Miguel Antonio Caro, hijo de José Eusebio Caro, uno de los fundadores de esa agrupación: “La única diferencia entre nuestros partidos consiste en que los conservadores son más ladrones que los liberales y los liberales más asesinos que los conservadores”.
