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DEFINITIVAMENTE ESTE ES UN PAÍS de "reformitis".
Hace unos años, para la confección de las listas electorales y para cualquier otra clase de selección de candidatos, había lo que se conocía como el "bolígrafo", en que los caciques electorales y los jefes de los partidos escogían en conciliábulos a los candidatos.
Comenzaron a decir que eso no era democrático, que lo conveniente era buscar un mecanismo para que fuera el pueblo quien decidiera. Miraron hacia arriba y propusieron que hubiera elecciones primarias como en los EE.UU. porque eso si era democrático. El presidente Carlos Lleras Restrepo habló entonces de la “democratización liberal” y su discípulo más amado, Luis Carlos Galán, continuó con esa bandera y cuando ello se volvió realidad, a ellos se les dieron todos los créditos. Se institucionalizaron las elecciones “primarias”, llamadas aquí consultas populares, y todos tan contentos.
En la Constitución de 1991 quedaron consagradas y en cumplimiento de esa disposición se han venido realizando. Pero hace diez días se llevaron a cabo algunas para escoger candidatos a una que otra gobernación y alcaldía y el resultado fue más que lamentable. Un poco más de un millón de ciudadanos concurrió a participar y el gasto fue excesivo, mucho más que una licitación de los Nule. El primero en proponer que esas consultas desaparecieran fue el ministro Germán Vargas Lleras, nieto del expresidente Lleras Restrepo y persona muy cercana a Luis Carlos Galán, sus principales propulsores. Entonces, ¿hay que hacer una nueva reforma para volver al bolígrafo?, ¿regresar a lo de antes?
Las consultas, claro que tienen valor, por supuesto que cuestan, pero ese es el precio de la democracia. La falla está en que los partidos andan como rueda suelta, sin norte, pensando sólo en la próxima elección y no en la próxima generación.
