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Óscar Alarcón
22 de noviembre de 2011 - 04:00 a. m.
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Italia es un país manejado por viejos. Los jóvenes están para diseñar la moda, hacer cine, jugar fútbol o correr automóviles de fórmula uno, pero el manejo del Estado se lo dejan a aquellos que andan por los setenta.

El viejo verde de Silvio Berlusconi está por los 75 y todavía se las da. Allá la Presidencia de la República es un cargo destinado a los políticos en uso de buen retiro como culminación de su carrera. No tiene el poder de un jefe de Estado francés, pero sí mucho más que la reina de Inglaterra. El actual, Giorgio Napolitano, dirigente del viejo Partido Comunista, tiene 85 pero le tocó la difícil decisión de sacar a Berlusconi y designar como nuevo presidente del Consejo o primer ministro a Mario Monti, un “jovencito” de 68 encargado de integrar un gabinete de técnicos que siga los lineamientos de la Unión Europea.

Sus nuevos colegas son menores que él. Barack Obama (50), Ángela Merkel (57), Nicolás Sarkozy (56) y Mariano Rajoy (56). José Luis Rodríguez Zapatero (51), menor que su sucesor y quien dejó a España haciendo “espuma”, como diría su homónimo el cantante venezolano.

* * *

El único político joven con protagonismo de los italianos es Gianfranco Fini (59), actual presidente de la Cámara y quien hizo una voltereta similar a los de la U que pasan del uribismo al santismo. Fue dirigente del Movimiento Social Italiano, defensor del duce Mussolini, y como tal fue vicepresidente del gobierno de Berlusconi. Hace un año se distanció de él y hoy nada quiere saber del fascismo, aun cuando sigue en la derecha.

De todas maneras, Italia inicia una nueva etapa con la sacada de Berlusconi, quien surgió gracias a un político nefasto, dirigente del Partido Socialista, Bettino Craxi, quien acusado y condenado de muchos delitos, debió huir a Túnez, donde falleció. Se cambió su nombre de Benito por el de Bettino, para que no lo confundieran con el duce, siendo que era igual o peor.

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