Le doy el espacio a quien me envía la siguiente colaboración que deseo compartir con los lectores:
Que Maradona se cree Dios y Julio Sánchez Cristo.
Que Pedro vive de su salario y Oscar de la Renta.
Que Germán quiere pollo y Pablo Milanesa.
Que Juan Pablo es segundo y Camilo sexto.
Que Laura juega fútbol y Claudia Helena Vásquez.
Que a Amparito le gusta Roma y a Natalia París.
Que Martha levanta y Laura Acuña.
Que Emma paga agua y Fanny Lu.
Que Carlos teje y Óscar Borda.
Que Andrés come uvas y Antanas Mockus.
Que a Carmenza le gusta el vodka y a Mónica le whisky.
Que Blanca echa carreta y la Negra Candela.
Que Carlos usa mochilas y Evo Morrales.
Que Sandra tiene pelo negro y Paulina Rubio.
Que Chávez usa tirantas y Rafael Correa.
Que Carlos tiene la cara de Luis y Martín de Francisco.
Que Marthica recibe claveles de Pacho y Margarita rosas de Francisco.
Que Nicolás tiene dos carros y Benedicto dieciséis.
El mundo no ha cambiado mucho en 2.067 años. Esto decía Marco Tulio Cicerón en el año 55 antes de Cristo, algo parecido a lo que podría manifestar Juan Carlos o cualquier ministro de Hacienda: “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.