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A PROPÓSITO DE LA JEFATURA ÚNICA liberal de Simón Gaviria, se volvió a hablar de los delfines en nuestra política.
Eso no es nuevo y los parentescos entre presidentes y vicepresidentes se han repetido a lo largo de la historia. En los primeros años de la república los caucanos que ocuparon la jefatura del Estado estaban relacionados familiarmente: Joaquín Mosquera, Tomás Cipriano de Mosquera, Pedro Alcántara Herrán, José María Obando, Julio Arboleda. Después vendrían los Ospina, Mariano Ospina Rodríguez fue presidente y su hijo Pedro Nel, quien nació en Palacio, también lo sería. Y el primo de éste, Mariano Ospina Pérez, igual llegó a la Presidencia, así como Alfonso López Pumarejo y su hijo Alfonso López Michelsen.
Y qué decir de los Holguín. A Carlos Holguín le tocó la suerte de entregarle la Presidencia a su cuñado Miguel Antonio Caro el 7 de agosto de 1892, y a su hermano Jorge, como presidente del Senado, tomarle el juramento. Pero a su vez, Jorge también fue presidente en tres ocasiones: en reemplazo dos veces de Rafael Reyes y una para concluir el período de Marco Fidel Suárez.
Hubo dos Lleras, Alberto y Carlos, para no ocuparnos de Eduardo Santos, tío abuelo del actual presidente Juan Manuel, y de Germán Vargas Lleras, quien anda a pasos agigantados.
Pero si por aquí llueve, en países más avanzados no escampa. En los EE.UU. ya comienza a hablarse de Chelsea Clinton, hija de Bill y Hillary, quien como Andrés Pastrana, hijo del presidente Misael, ya se inició en la televisión conduciendo un programa en la NBS News, donde cuenta historias de gente corriente haciendo cosas extraordinarias. Esa aparición en los hogares norteamericanos ha dado lugar a que los demócratas comiencen a pensar en que ella pueda convertirse en una candidata para el futuro.
¿Serán mejores los delfines que aquello que les sucede a los rusos, a quienes se lo está llevando el Putin?
