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Antonio Navarro Wolff, frente a quienes lo sindican de haber participado en el holocausto del Palacio de Justicia, ha dicho reiteradamente que él se hallaba en Cuba cuando se produjeron los hechos.
Precisamente durante su estadía en la isla, el exgobernador de Nariño y hoy secretario de Gobierno de Bogotá fue pieza fundamental en un juicio que se realizó entonces y que Fidel Castro cuenta en detalle en un largo reportaje que le hizo el director en París del Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet (Biografía a dos voces).
En junio de 1989 fue detenido el general de división Arnaldo Ochoa, “héroe de la República de Cuba”, veterano de Sierra Maestra y quien había participado en las guerrillas de Nicaragua y Etiopía. Él, junto con otros altos oficiales del Ministerio del Interior, fue acusado de corrupción y narcotráfico. El Consejo de Estado confirmó sus condenas y ordenó el fusilamiento de Ochoa, el coronel Tony de la Guardia, el capitán Jorge Martínez y el mayor Armando Padrón y otros más fueron privados de su libertad (sobre este juicio se ocupó ayer en este mismo diario Santiago Montenegro).
El mismo Fidel Castro relata que, iniciada la investigación, solicitó que se buscara a Navarro Wolff para establecer qué información tenía sobre los hechos denunciados, a lo cual el exguerrillero respondió que “había rumores en Colombia de que gente de Pablo Escobar tenía contacto con Tony de la Guardia, jefe de esa empresa (en Cuba)”.
El testimonio fue definitivo en el juicio y según el mismo Castro les pagaban a los cubanos mil dólares por cada kilogramo de droga. La avioneta llegaba de Colombia, aterrizaba en Varadero y entregaban la droga a algunos barcos que supuestamente traían mercancía que cambiaban por tabaco. Esta versión fue refutada por Norberto Fuentes, cubano, exiliado en EE.UU., nada recomendable ni como persona ni como escritor.
Quién se iba a imaginar que Navarro Wolff estuviera en Cuba defendiendo la democracia, maestro.
