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Muchos de quienes escriben sobre historia no hacen más que copiarse los unos a los otros, como Dios nos ha enseñado.
No sé si yo me incluyo entre ellos. De eso me di cuenta a propósito de lo que apareció aquí hace ocho días sobre el ublime de Shakira. Se dijo entonces que había tantas versiones del Himno Nacional que se hizo necesario que el presidente Alberto Lleras y su ministro de Educación, Germán Arciniegas, expidieran el Decreto 1963 de 1964 para adoptar uno oficial. ¡Y quién dijo miedo! Amigos y muchos lectores (no sabía que tenía tantos) me precisaron que en julio de 1964 el presidente era Guillermo León Valencia.
Ante tamaño gazapo me fui a investigar a la Biblioteca Luis Ángel Arango, porque lo tomé de un libro en donde estaba el texto del decreto con ese año. Busqué documentos, y otros documentos, relatos y relatos, crónicas y muchas “investigaciones” en donde aparecía el mismo error. Finalmente encontré uno, el original, en donde decía: Decreto 1963 de 1946, cuando Lleras y Arciniegas eran presidente y ministro. ¿Qué pasó? Que un investigador cambió de lugar los dos últimos números del año y en vez de poner 46 puso 64. Esto es resultado de la copialina entre los historiadores, entre los cuales no sé si me incluyo. Eso es un pecado original.
De otra parte, ¿Que hubo cambio entre la primera versión del Himno y el que hoy se canta? Claro, aquí va un ejemplo. Originalmente se decía: “Pero este gran principio: el pueblo es soberano” (ese es el principio). Se modificó: “Pero este gran principio: el rey no es soberano”.
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El padre del nuevo ministro del Interior se llamaba Marino Renjifo Salcedo y fue alcalde de Cali en el cuatrienio de Carlos Lleras Restrepo, coincidiendo con Virgilio Barco como alcalde de Bogotá. El inolvidable Guillermo Cano tituló en este diario: “Barco en Bogotá y Marino en Cali”.
