MACROLINGOTES

Hay dos cosas inevitables en la vida: la muerte y pagar impuestos.

Esto último nada que nos gusta, como tampoco los directores de la DIAN. ¿Se acuerdan, por ejemplo, de Fanny Kertzman? Pues esa señora, que amenazó con mandar a los evasores a la cárcel, tuvo recientemente la desfachatez de manifestar en su columna en Kien&ke que no sólo fumó marihuana, sino que además traficó con ella. Lo primero no tiene importancia porque abundan quienes han desarrollando su personalidad fumándola y eso no es criticable; pero lo segundo sí, y por lo menos a mí me tiene sorprendido.

Declara que luego de dejar la DIAN viajó al Canadá para asumir como embajadora en ese país, y como tenía gran cantidad de la yerba, con su marido cortó con una navaja el interior de una Biblia gordísima, rellenando el hueco con “nuestro nocturno placer”. ¡Qué pecado, yerba en las Sagradas Escrituras! La Biblia la enviaron en su menaje y a la sexta semana de instalados en la sede diplomática la llamó un agente de la Aduana de EE.UU. para comentarle que el container estaba parado en Nueva York y deseaban revisarlo. “Ejercí mis mejores dotes de servidora pública y le dije que era equipaje diplomático, por lo cual no debería ser revisado”, comenta con cinismo nuestra exfuncionaria.

Cuenta también que en otra ocasión, en Cartagena, durante la visita de Madeleine Albright, secretaria de Estado del gobierno de Clinton, estaba enguayabada por una noche de rumba, trago y marihuana. Como unas hojas de ésta se le habían quedado en la cartera, dos perros antinarcóticos comenzaron a olerle el bolso con tan buena suerte que unos agentes los apartaron.

Afortunadamente la señora comenta que ahora la marihuana la deprime y por eso dejó de meter, aun cuando vive en la capital de los hippies, “donde todo el mundo vive trabado y hay marihuana médica legal”.

Que no se les ocurra traerla para aplicar la nueva reforma tributaria, con todo y canasta familiar. Sin embargo, creo que no, porque ella ya no aspira.