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Óscar Alarcón
18 de septiembre de 2012 - 12:04 a. m.
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Dan por hecho que será una terna de uno la que permitirá la elección del procurador. También, cuando en 1994 el Congreso se aprestada a elegir contralor general de la República, igual se confeccionó una terna de uno.

La Corte Suprema de Justicia escogió a Hugo Palacios Mejía; el Consejo de Estado, a Diego Moreno Jaramillo, y la Corte Constitucional, a David Turbay. No había duda, era una terna de uno porque si bien los dos primeros son reconocidos juristas, el último (que terminó preso) tenía una amplia trayectoria política.

Moreno, gran amigo del presidente Alfonso López Michelsen y de quien fuera su ministro de Desarrollo, le preguntó al mandatario cómo le parecía la terna y él, con el pragmatismo, la sorna y esa voz que lo caracterizaba, le respondió: “Eso es como escoger entre dos monjitas y Carlota Soto”. Esta señora era ampliamente conocida en Bogotá, en los años cuarenta, por tener un establecimiento, muy alegre, al que concurrían políticos y hombres muy distinguidos de la capital. En efecto, barrió Turbay; Palacio Mejía logró dos votos y Moreno Jaramillo, uno solo.

Diego, quien es todo un caballero, al día siguiente de la elección llamó para agradecerle al senador Luis Guillermo Vélez porque le había anunciado que votaría por él. “Mira Diego, te aclaro, yo finalmente no voté por ti. Es que ya no había nada que hacer”, le respondió. Después de tantos años, Moreno no ha podido determinar quién fue el “buen samaritano” que le dio el votico de la dignidad.

En el caso de la elección del próximo procurador, con terna de uno, la parodia del presidente López no cuadra exactamente porque el seguro ganador (el actual jefe del Ministerio Público), es tan religioso que no acepta por nada del mundo que lo comparen con una señora de tan dudosa reputación. Estoy seguro de que a un sitio de diversión, como el aludido, no va ni siquiera por hábito. Y mucho menos para una indagación preliminar.



 

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