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Cuando se separó Panamá de Colombia, hace ciento diez años (3 de noviembre de 1903), la noticia se conoció en Bogotá varios días después.
La víspera del hecho se dañó el cable submarino que unía Buenaventura con el istmo, razón por la cual no había comunicaciones. Gracias a un escueto mensaje fechado el 4 desde Quito, que envió el embajador colombiano en Ecuador, Emiliano Isaza, se conocieron en Bogotá los primeros informes, en donde apenas se hablaba de un “movimiento separatista”. El gobierno tenía en secreto la noticia y sólo el 7, El Nuevo Tiempo publicó una información en donde indicaba que corrían “bolas” de sucesos en Panamá y que habían amarrado al gobernador. El 8 ya la noticia se había regado como pólvora y vinieron el llanto y crujir de dientes.
Muchos se derramaron en prosa, pero los poetas no se quedaron atrás. Rafael Pombo escribió: Los dos bandos del godismo/difieren en lo esencial/que con igual cinismo/vende uno Nacional-Istmo/y el otro Istmo… Nacional.
Clímaco Soto Borda se refirió al gobernador de Panamá, José Domingo de Obaldía, y al general boyacense Esteban Huertas, quien se “vendió” a los excompatriotas: Dijo Obaldía al menguado/de Huertas: “Indio feroz!/¿De mí que más te ha gustado?”/Y exclamó el indio encantado:/--“Patrón, el METAL DE VOS”.
Hoy las comunicaciones son inmediatas, a pesar de que Buenaventura sigue sin luz. No había transcurrido un minuto de la nueva demanda de Nicaragua contra nosotros en La Haya, cuando ya se conocía la noticia. Ojalá no repita el llanto y crujir de dientes. San Andrés sigue firme, gracias a la Providencia. Pero no hay que cerrar los ojos porque si bien cuando hay un Roncador, nadie duerme y menos si hay Quitasueño.
