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Por los años setenta, cuando el Externado se expandía y estrenaba edificio en la vecindad de Monserrate, dejando el viejo caserón del barrio Santa Fe, había entre la nómina de excelentes docentes un profesor que después de su clase la continuaba en la cafetería con un grupo de sus alumnos.
Se trataba de Luis Fernando Gómez Duque, quien luego de graduarse viajó a Alemania para estudiar filosofía. Regresó y el rector Fernando Hinestrosa le dio la cátedra de Filosofía del Derecho para reemplazar nada más ni nada menos que al maestro Darío Echandía. Fue Luis Fernando —así lo llamamos— un gran conocedor de la obra de Hebert Marcuse, cartilla que los estudiantes recitaban en las jornadas de París de 1968.
El maestro educó a varias generaciones externadistas no sólo en la cátedra, sino también en la bohemia. Sus clases eran de cupo total, combinaba la sabiduría con carisma. El encanto era tal que ni siquiera un temblor, como el ocurrido una vez, hizo que los alumnos se levantaran. Cuando en los años setenta el presidente López Michelsen lanzó la propuesta de una reforma constitucional, hizo para este diario una amena crónica que don Guillermo Cano le publicó en la primera página del inolvidable Magazín Dominical. Era un diálogo imaginario en Berkeley, California, sobre lo que es una Constitución de un estudiante con Carl Schmitt, el ideólogo del nazismo, y Hans Kelsen, el pensador liberal.
También estuvo en Argentina y en México investigando y buscando más conocimientos, en este último país con Eduardo García Maynes. La cátedra, repito, que hacía en las aulas y en la bohemia, la combinó con la escritura de varios de sus libros y ensayos elaborados, según me contó, a las horas más insólitas: de tres de la madrugada a siete de la mañana, para estar a las ocho en su cita habitual con sus estudiantes.
Retirado de la academia, se fue a esperar su “vejez”, a la que nunca llegó, a La Mesa, Cundinamarca, en donde no quiso ver el 2014. Falleció el 30 de diciembre, para llegar pronto a una cita que tenía con los filósofos alemanes.
