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Álvaro Uribe es el primer expresidente que llega al Congreso.
Guillermo León Valencia intentó, luego de haber sido primer mandatario, pero no lo logró. Ahora su nieta, Paloma Valencia, llega volando de la mano del jefe del Centro Democrático. Pero Carlos E. Restrepo sí ha sido el único que tras dejar la Presidencia fue nombrado ministro de Gobierno por Enrique Olaya Herrera, cuando integró un gabinete paritario que llamó de Concentración Nacional.
Ni la paz de La Habana, ni la Constitución, ni el Centro Democrático, ni la U, ni la Unidad Nacional permitirán que Álvaro Uribe sea nombrado ministro de Defensa, como algunos desean, porque la Carta prohíbe que los congresistas estén en el gabinete, tal como se comentó aquí hace ocho días.
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No va a ser fácil el manejo de las relaciones del próximo gobierno con el Congreso que acaba de elegirse. No es la primera vez que se va a presentar un enfrentamiento entre esas dos ramas del poder. Desde los inicios de la república, cuando aún no habían nacido los dos partidos históricos, hubo diferencias.
Ese primer choque se produjo entre el presidente del Estado de Cundinamarca, Antonio Nariño, y el congreso de las Provincias Unidas. Mientras el primero era partidario de un sistema unitario, la mayoría del organismo legislativo-constitucional se inclinaba por un régimen federal copiado de los EE.UU. Pero el enfrentamiento no fue solo verbal, sino que se tradujo en varias batallas: la de Ventaquemada, el 2 de diciembre de 1812, y la de San Victorino, el 9 de enero de 1813. En ésta el Precursor logró la victoria frente a los federalistas de las Provincias Unidas y además consiguió la disolución de esa asamblea.
Nariño y su gente, para lograr el triunfo, llevaron en medio de las armas una imagen del Nazareno, a quien dieron el grado de “generalísimo”. Algo similar habría hecho nuestro actual jefe del Ministerio Público, a pesar de que entonces no había procurador sino precursor.
