El pasado domingo se cumplieron sesenta años de haber finalizado un diferendo diplomático entre Colombia y Perú.
A raíz de una revuelta militar que estalló en Perú el 3 de octubre de 1948, el gobierno acusó de los hechos a la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA. Junto con otros dirigentes de ese partido, Víctor Raúl Haya de la Torre fue procesado y acusado de rebelión, situación que lo obligó en enero de 1949 a solicitar asilo a la Embajada de Colombia en Lima. El gobierno de ese país, al no aceptar la calificación de perseguido político, no otorgó el salvoconducto. Fue un largo pleito diplomático entre las dos naciones que finalmente concluyó el 23 de marzo de 1954, hace sesenta años, cuando los cancilleres Evaristo Sourdís, de Colombia, y Víctor Andrés Belaúnde, del Perú, anunciaron el fin del diferendo entregándole el salvoconducto a Víctor Raúl Haya de la Torre, quien pacientemente había esperado ese momento en nuestra sede diplomática durante cinco años y tres meses. Tres gobiernos, los de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Rojas Pinilla, tomaron parte en esas discusiones y la Asociación Interamericana por la Democracia y la Libertad le concedió su premio anual a Colombia por la defensa del derecho de asilo.
Aparte del triunfo diplomático por la defensa de una institución tan importante, no deja de ser incómodo para el visitante estar en una casa extraña, sin poder salir, durante tanto tiempo, y para el dueño tener a una persona allí, metido sin saber hasta cuándo. Fue tanta la confianza a la que llegaron con el visitante, que la servidumbre colombiana lo llamaba el señor Hayga de Torre.
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Julián Assange, el creador de los “wikileaks”, ya va a cumplir dos años de asilo en la embajada ecuatoriana en Londres. Y nada que le dan salvoconducto. Nuestras abuelas decían, con mucha sabiduría, que las visitas son iguales a los muertos, porque a los tres días huelen mal.
