
“Jaime Castro ha sido un hombre hecho a pulso”: Óscar Alarcón.
Foto: El Espectador
Jaime Castro ha sido un hombre hecho a pulso. Nacido en un pequeño pueblo de Boyacá, Moniquirá, a quien, como todo campesino —porque lo era— le tocó pasar sus primeros años con escasos recursos en un huerto, con corral de gallinas, algunas matas de café, unos cuantos frutales y flores. Y su madre, haciendo colaciones, mantecadas y panelitas de leche, tratando de ganar el diario para alimentar y darle educación a Jaime y a sus dos hermanos. Así comenzó su camino por la vida. Soñaba con llegar a Tunja y luego a Bogotá. Con muchos esfuerzos y con la colaboración de la “cofradía” boyacense y con algo de suerte —que nunca le ha...
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