PASADA LA SEMANA SANTA DEBEmos darle gracias al Altísimo porque la única tragedia que hubo fue la crucifixión y muerte de Jesús.
Afortunadamente resucitó al tercer día según las Escrituras, pero el segundo según las matemáticas. ¿Acaso no murió viernes y resucitó domingo? Como que los evangelistas no sabían contar.
La Semana Santa, y concretamente el jueves, nos trae malos recuerdos. El 31 de marzo de 1983, Jueves Santo, fue el terremoto de Popayán que destruyó esa hermosa ciudad blanca. También un Jueves Santo, el 26 de marzo de 1812, un movimiento telúrico de dos minutos arrasó con Caracas y produjo la muerte de la quinta parte de sus habitantes: 44.000, muchos de los cuales se hallaban en las iglesias cumpliendo devotamente la tradición.
Tal vez por eso, Chávez, previendo cualquier cosa, declaró festiva toda esa semana, y al mismo tiempo quiso evitar que se le fueran las luces.
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El inolvidable Antonio Panesso Robledo, también conocido como Pangloss (seudónimo tomado de un personaje de Voltaire), acostumbraba terminar sus columnas con un apunte simpático referido al nombre de las personas: ¿Qué hay en un nombre? Allí buscaba la relación del nombre con el tiempo, el modo y el lugar. Pues en estos días de meditación hice lo mismo. Aquí va el resultado: hubo, en el gobierno de Virgilio Barco, un ministro de Defensa, general apellidado Guerrero Paz; el hoy gobernador del Atlántico, fue ministro del Medio Ambiente, y se llama Eduardo Verano de la Rosa; hubo un embajador centroamericano que estuvo en la embajada dominicana cuando la toma, Aquiles Pinto Flores; en los años setenta siempre nombraban, en representación de la mujer, a Migdonia Barón; la señora del ex presidente López Michelsen, la muy querida Niña Ceci, se llama Cecilia Caballero, y fue primera dama; Antanas Mockus nombra como compañera a fórmula a Adriana Caballero, en representación de la mujer. Y ni hablar de la ternada para Fiscal, la doctora Cabello Blanco.
¿Qué hay en un nombre?
