Los presidentes en Colombia son considerados como unos monarcas y algunos llegan a tener mucho más poder cuando se retiran. Esa crítica se la hicieron a Miguel Antonio Caro cuando aprobaron la Constitución de 1886, a lo cual respondió, con ese humor que le era característico: “Sí, pero desgraciadamente electiva”.
Por su parte, los expresidentes son una institución que no tiene período, a diferencia de los presidentes, pero a pesar de su poder son una especie de muebles viejos de difícil ubicación, que nadie se atreve a desechar. Con ese título, Muebles viejos, Roberto Pombo ha publicado un libro (Planeta) en donde les envía sendas cartas a los últimos ocho expresidentes. Es un perfil personal de ellos, desde Turbay hasta Santos. Además de un análisis de sus gobiernos y de las circunstancias políticas en que gobernaron y fueron electos, revela uno que otro secretico. Por ejemplo, que Andrés Pastrana salió elegido gracias a Álvaro Leyva, quien lo acercó a las FARC, porque Serpa “representaba un régimen corrupto con el que no querían nada que ver”. Aceptaron esa aproximación que acabó con una foto de Tirofijo con un reloj que decía: “El cambio es ahora”.
De Álvaro Uribe dice que lo que le molestó de Santos no fue tanto la “traición”, sino que nombrara a enemigos suyos en cargos muy altos y definitorios. Fue algo que precedió, dice Pombo, “a la idea de la paz con las FARC”.
El expresidente Gaviria quiso nombrar, asegura Pombo, a Enrique Santos Calderón como embajador en la ONU, ofrecimiento que, por supuesto, no fue a ningún Pereira, por fuera de tiempo. Y el ungido no tuvo otra alternativa que declinar.
Muy interesante, ilustrativo y divertido el libro de estos monarcas nuestros, aunque el único que realmente se ganó el título fue Alberto Lleras. Quién sabe qué pasará después del tan controvertido gobierno de Petro. Pero hay quienes aún dicen en el Centro Democrático: “Que nadie aspire mientras el expresidente respire”.