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El Senado que se instala el próximo 20 de julio deberá ser presidido por el primero de la lista en orden alfabético, a quien le corresponderá dirigir la sesión en donde se elegirán los dignatarios definitivos para lo cual hay una puja de tres aspirantes de la U. Hace ocho días se recordó aquí que el senador Eduardo Abuchaibe Ochoa tuvo lo fortuna no sólo de presidir esa corporación en varias oportunidades, gracias a sus apellidos, sino de posesionar a los presidentes Carlos Lleras y Misael Pastrana.
De acuerdo con el reglamento (artículo 38), la sesión de instalación la preside quien tenía esa calidad del período anterior y, en su defecto, quienes eran los vicepresidentes. Resulta que Juan Fernando Cristo, quien era presidente, no se presentó a la reelección. El primer vicepresidente, Carlos Emiro Barriga, conservador santista, no salió elegido porque, dicen, que la mermelada le afectó su apellido. El segundo, Félix Varela, tampoco salió electo porque no se presentó. En consecuencia se debe escoger el primero de la lista en orden alfabético.
¿A quién le corresponde? Hay dos Amín: Jaime Alejandro Amín, del Centro Democrático, y Miguel Amín Escot, de la U. Hay dos liberales, Álvaro Antonio Astón y Javier Tato Álvarez Montenegro, y también hay uno de Opción Ciudadana, Nethink Aguilar Hurtado. Pero a todos les gana un conservador, aún a su copartidario Hernán Andrade. Se trata de Laureano Augusto Acuña Díaz a quien, no hay duda, le toca presidir por orden alfabético. ¿Será que no hay peor cuña que Acuña? ¿Y quién ganará la puja por la presidencia definitiva? Hay quienes especulan que el nombre es Name.
A propósito de estos órdenes alfabéticos, bueno es recordar que la compañera de fórmula de Clara López Obregón a la Presidencia, su vicepresidenta Aída Avella, para presidir la sesión de instalación de la Constituyente, cambió la ortografía de su apellido: se puso Abella y pasó a la historia como expresidenta, título que no logró su compañera de fórmula ni con dos millones de votos.
Cuando los congresistas no sabían leer, el orden era analfabético.
