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Panamá no hacía parte de nuestro país como hoy lo son Antioquia, Tolima o cualquier otro departamento.
Se anexó voluntariamente a la Nueva Granada el 24 de febrero de 1822, luego de decretar su propia independencia, el 28 de noviembre de 1821. El propósito era el de hacer parte de una nación más grande, como entonces era la nuestra, que le permitiera negociar con las potencias de la época para construir un canal que comunicara los dos océanos que la circundaban. Las interminables guerras civiles del siglo XIX y la indiferencia con que se la veía desde la lejana Bogotá, hicieron que Panamá se separara de Colombia varias veces, hasta cuando hubo una definitiva, el 3 de noviembre de 1903.
La construcción del canal la comenzaron los franceses cuando Panamá hacía parte de Colombia y en el momento de la separación estaba quebrada la empresa que hacía la obra y los EE. UU. pretendían construir un canal interoceánico por Nicaragua. Pero luego de producirse el asesinato del presidente William McKinley, quien lo reemplazó, el vicepresidente Theodore Roosevelt, atendió los consejos del francés Philippe Bunau-Varilla, quien no sólo lo convenció de continuar los trabajos por Panamá (negociando con la empresa quebrada), sino además para que patrocinara la separación de Colombia. Así sucedió y los norteamericanos pudieron concluir la obra en 1914.
El canal de Panamá acaba de modernizarse. Es una de las obras de ingeniería más colosales de estos tiempos. Grandes buques con cargas de hasta 12.000 contenedores y megacruceros podrán utilizar esta vía para pasar de un océano a otro en pocas horas. Mientras tanto, la dictadura nicaragüense, de Ortega y familia, sueña con construir su propio canal, lo cual se desechó desde el asesinato de McKinley. Es más un negocio que una obra. Mejor, es un cuento chino.
