Nos llama la atención la inestabilidad presidencial del Perú, pero no hay que distanciarse tanto. Brasil no está muy lejos de parecerse. Desde 1926, solo seis presidentes han concluido el período para el cual fueron elegidos. Son ellos: Eurico Dutra (1946-1951), Juscelino Kubitschek (1956-1961), Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), Dilma Rousseff (2011-2014) y Jair Bolsonaro (2019-2022).
Si bien la señora Rousseff terminó su primer período, no alcanzó a concluir el segundo porque fue destituida y la reemplazó Michel Temer, quien también estuvo a punto de caer, pero se mantuvo. Muchos temían que Bolsonaro tampoco fuera a concluir, porque hay quienes lo quieren y también hay quienes lo aborrecen, como se observó durante las pasadas elecciones.
Todo puede pasar en ese país tan grande y extraño. Un presidente como Getúlio Vargas se suicidó en el palacio, el 24 de agosto de 1954. El 15 de marzo de 1985 debía posesionarse Tancredo Neves, después de 20 años de gobiernos militares, pero antes de esa fecha se enfermó y, a pesar de que los primeros informes médicos eran favorables, falleció y le tocó asumir al vicepresidente, José Sarney. Se posesionó en un cargo para el cual no había sido elegido. Lo reemplazó Fernando Collor de Mello, quien fue elegido en 1990 y dos años después fue destituido. No falleció sino políticamente.
La polarización del país determinó que en el 2022 Lula da Silva resultara electo por tercera vez y por pocos votos de diferencia, situación que impidió la reelección de Bolsonaro, quien no ha reconocido su derrota y llevó a muchos de sus más fervientes seguidores a intentar un golpe de Estado, pocos días después de producido el cambio de gobierno.
Lula no es el mismo de años pasados. Ya se le nota el peso de sus 77 años y tiene el reto de lograr una curva de desarrollo similar a las que las bellas mujeres de su país muestran en las playas de Copacabana, como cualquier niña de Ipanema.