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No es la primera vez que un expresidente se disgusta con su sucesor, sobre todo cuando lo ha ayudado a elegir. El presidente Lleras Restrepo se molestó con Misael Pastrana desde el mismo día de la posesión por haber nombrado un ministro que no era de su agrado.
Rafael Núñez, a quien le encantaba ser elegido (lo fue cuatro veces), pero le fastidiaba gobernar y vivir en Bogotá, dejó a varios encargados de la Presidencia y con más de uno se enfrentó. A Francisco Javier Zaldúa lo hizo elegir y éste se le “volteó” desde el mismo momento de la posesión. Por su avanzada edad y por los enfrentamientos con el cartagenero, falleció en ejercicio del poder. Lo reemplazó José Eusebio Otálora, a quien los enemigos de Núñez comenzaron a “calentarle el oído” para que se le volteara. También se disgustó con él. Eligieron a Núñez presidente y, ante la negativa de posesionarse, lo hizo el designado Ezequiel Hurtado, con quien también peleó. Igual le pasó con Eliseo Payán, a quien encargó del Gobierno y se dedicó a hacer “travesuras”, motivo por el cual lo hizo destituir por la Ley 40 de 1888. Después Núñez lo perdonó y, como acto de reconciliación, consiguió que le aprobaran otra ley que le otorgó una pensión vitalicia. Al final, Núñez también se disgustó con Caro y cuando regresaba a Bogotá para sacarlo, falleció en Cartagena el 18 de septiembre de 1894.
El 12 de marzo de 1896 el designado Guillermo Quintero Calderón se encargó del gobierno por licencia de Miguel Antonio Caro. A éste no le gustó el nombramiento de uno de sus ministros; le pidió que lo revocara y como no cumplió ese deseo, lo hizo renunciar al quinto día de gobierno, realizando una de las administraciones más breves de nuestra historia. Y Caro reasumió.
Caro fue quien escogió a José Manuel Marroquín como vicepresidente. Éste le dio el golpe de Estado al titular Manuel Antonio Sanclemente y Caro se lamentó toda la vida de haber contribuido a que se estableciera lo que llamó el Reinado Marroquinesco.
Conclusión: a rey puesto, rey muerto, así sea Zorro.
