Ya comenzamos a conocer el talante del nuevo ministro de Defensa, Diego Molano. Por recientes declaraciones en la revista Bocas, dadas a Gustavo Gómez, supimos que, según su criterio, el mejor presidente que ha tenido Colombia fue el general Rafael Reyes. Sí, el mismo que se convirtió en dictador, después de cerrar el Congreso, y que se voló desde Santa Marta en el buque Manastí. ¿Y cómo lo hizo? Dejó una comida que le tenían servida en el club social. Cuando la embarcación iba a partir se dieron cuenta de que uno de los hijos del general había olvidado una maleta de mano. Los funcionarios de la aduana le pidieron a un chico que la llevara al barco. Corrió y en el trayecto tomó un breve respiro, no sin que la curiosidad infantil le moviera a saber qué había dentro del bagaje pues le llamaba la atención su peso. Abrió el maletín y encontró que estaba lleno de libras esterlinas. En la escalerilla del barco lo esperaba el hijo del general Reyes, a quien le entregó la olvidada prenda.
(Este relato es del fallecido profesor José Gnecco Mozo. Historia del derecho constitucional colombiano. El muchacho de la historia es Gustavo, su hermano mayor, padre de José Eduardo, magistrado de la Corte, fallecido en el holocausto del Palacio de Justicia).
Si la maleta no los hubiera acompañado, le habría tocado regresar y reasumir nuevamente, como ya lo había hecho antes. Sin embargo, a Reyes hay que abonarle que patrocinó una reforma constitucional dándoles participación a las minorías. Fue de las pocas cosas buenas que hizo. Lo malo: no solo cerró el Congreso, sino que a los 14 parlamentarios enemigos los envió presos a Orocué, luego de un largo viaje de casi dos meses.
Le gusta más Reyes que Uribe al ministro de la “máquina de la guerra”, y además este, aparentemente, nunca fue dictador. Pero para su satisfacción le informo que el alcalde de Bogotá de la época se llamaba Álvaro Uribe. Por supuesto, no era el mismo.