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La Vicepresidencia es una figura prácticamente nueva en nuestro derecho público. Existía en el siglo XIX, pero a comienzos del pasado el general Rafael Reyes la suprimió y luego se creó la figura del designado, que no era elegido por votación popular, sino por el Congreso. Sin embargo, las dos instituciones coincidieron en algunos años. La Constitución de 1991 revivió la Vicepresidencia y hoy la figura es utilizada con el propósito de adquirir votos. En el actual proceso electoral, el candidato Rodolfo Hernández escogió a la periodista Paola Ochoa, pero un día después a ella le tocó renunciar por razones personales. Hernández la reemplazó por una catedrática de Uniminuto y no fue tan efímera, porque aún está. Igual sucedió con el candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, quien le hizo el honor a la abogada Alicia Eugenia Silva, pero ante los hechos políticos originados por las consultas electorales le tocó renunciar a su aspiración y dejar colgada de la brocha a quien es Silva, pero no sonó.
Las suplencias presidenciales no son cargos sino expectativas. Y casos se han dado, también cortos. Miguel Antonio Caro, vicepresidente y encargado de la Presidencia, llamó al designado Guillermo Quintero Calderón para que asumiera. Hizo unos cambios en el gabinete que no fueron del agrado de Caro, quien lo sacó a los cinco días de haberse posesionado. Quintero Calderón fue uno de los presidentes más efímeros que hemos tenido. Otros casos, aún más breves, fueron los de Bartolomé Calvo y Manuel María Ramírez, quienes a falta de vicepresidentes y designados fueron encargados por dos días en su condición de procuradores, que entonces tenían vocación presidencial.
En el caso de Francia Márquez, escogida por Petro como su fórmula vicepresidencial, el candidato del Pacto Histórico la mantuvo en tal condición luego de la enérgica declaración de César Gaviria. De haber aceptado la protesta del jefe del liberalismo, la candidatura vicepresidencial de Francia Márquez habría sido tan breve como la de Paola Ochoa y Alicia Eugenia Silva. Ella, afortunadamente, es Márquez, pero no Duque.
