Umbrales y curules

Una de las reiteradas críticas a la ley del plebiscito es la de asegurar que para su aprobación se redujo el umbral.

Según la propia Corte Constitucional, lo que hizo la ley fue determinar un umbral de participación y otro de aprobación. El primero es de un 13 % y el segundo es de la mitad más uno de ese 13 %.

Para efecto del referendo, no de plebiscito, la Constitución señala en el artículo 378 que para aprobarlos se requiere “el voto afirmativo de la mitad de los sufragantes, y que el número de estos exceda de la cuarta parte total de los ciudadanos que integran el censo electoral”. Es decir, el umbral de participación es del 25 % del censo electoral y el de aprobación del 12,5 % más uno. Luego en una votación competitiva entre el Sí y el No, la suma total de votos fácilmente alcanza el umbral de participación que señala la Carta para los referendos. Haciendo ejemplos prácticos se llega a esa conclusión, según lo hizo la propia Corte Constitucional en el fallo. Lo que quiso el Congreso fue incentivar la participación, tanto que los hoy amigos del No, que originalmente se inclinaban por la abstención, resolvieron votar. En un país en donde la votación es menor del 50 % del censo electoral, se debe incentivar la participación.

Otra de las críticas contra el acuerdo de La Habana es el del “regalo” de curules a los de las Farc. Cuando se discutía el proyecto de referendo que el presidente Uribe sometió a consideración del pueblo en el 2003, uno de los parágrafos que se iban a someter a votación y que divulgó la prensa en su momento decía: “Con el fin de facilitar la reincorporación a la vida civil de los grupos armados al margen de la ley que se encuentren vinculados decididamente a un proceso de paz bajo la dirección del Gobierno, este podrá establecer, por una sola vez, circunscripciones especiales de paz para las elecciones a corporaciones públicas, que se realicen antes del 7 de agosto del año 2006 o nombrar directamente por una sola vez”.

¡Qué tiempos aquellos!