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Triste y vergonzoso resulta ver al candidato de la izquierda Gustavo Petro acudiendo al chantaje político, asegurando en esta ocasión que quienes nos hemos decidido a votar en blanco “estamos eligiendo a Iván Duque”, insinuando que es un voto solapado que favorece a quien aspira por el bando de la derecha en Colombia.
La decisión de votar en blanco se da por descontento por la manera como en Colombia ha gobernado la derecha, que ha promovido la mayor parte de la corrupción en nuestro país, práctica en la que los últimos cuatro gobiernos han sido protagonistas con escándalos como el Proceso 8.000 (Ernesto Samper); Pomaricazo (Andrés Pastrana); Agro Ingreso Seguro, Yidispolítica, notarías, falsos positivos, parapolitíca, falsas desmovilizaciones (Álvaro Uribe), y Odebrecht (Juan Manuel Santos), que son la prueba contundente.
Para desgracia de los colombianos, cuando la izquierda en Colombia tuvo la oportunidad de ejercer un gobierno local importante, en este caso el de Bogotá, demostró que al interior de su militancia hay políticos tan corruptos como los hay en la derecha (el carrusel de la contratación es la mayor prueba), y que el autoritarismo y la ineficiencia se encuentran en ella, de la misma manera como la vemos en el bando contrario.
Si Gustavo Petro mientras fue alcalde mayor de Bogotá, en lugar de darles rienda suelta a la demagogia y a los discursos en el balcón, le hubiera dedicado mayor tiempo a tomar decisiones encaminadas al buen gobierno, escuchando de manera oportuna a los órganos de control, atendiendo las recomendaciones que desde el Concejo de Bogotá y el Gobierno Nacional se hacían, pero además llevando buenas relaciones con los gremios económicos y la Policía Metropolitana, estoy seguro de que no tendría ningún reparo en darle mi voto, pero su paso por la Administración Distrital nos dejó claro que una cosa es ser un buen político y otra ser un buen gerente público.
El miedo que genera Petro en los electores que no vamos a votar a su favor es el resultado de su terrible y desastrosa administración en Bogotá, en donde se frenó la construcción, lo que condujo a una caída en los indicadores económicos de la capital del país, como consecuencia de la inestabilidad a la que la sometió al aprobar a los berracazos un Plan de Ordenamiento de Territorial cuando el vigente no había cumplido su período; la inseguridad se disparó, no por el número de asesinatos, sino por el incremento en el atraco callejero (según cifras de la Policía en 2013, este llegó a 25.227 casos reportados); el descuido en la malla vial; la movilidad se tornó caótica, al punto en que hoy día no ha sido posible solucionarla y el sistema Transmilenio fue abandonado en su totalidad. Ni hablar de su extraño silencio cómplice con la existencia de la calle del Bronx, que llegó a su máximo esplendor durante su alcaldía por su incapacidad de trabajar conjuntamente con la Policía y la Fiscalía para dar golpes certeros a la criminalidad.
Si Gustavo Petro fue incapaz de disipar estos miedos durante la campaña política por la Presidencia de la República en quienes no estamos convencidos de su proyecto para Colombia, quienes vamos a votar en blanco no tenemos por qué hacernos responsables de que Iván Duque gane, al fin de cuentas tampoco vamos a votar por él.
Cúlpese usted mismo, doctor Petro, en primer lugar porque la experiencia de tenerlo como gobernante en Bogotá no fue para nada agradable y en segundo lugar porque hasta el día de hoy no se le ha escuchado mencionar el proyecto de orden público con el que piensa liderar a las Fuerzas Militares en Colombia; ¿cómo piensa ejercer las relaciones internacionales especialmente con los Estados Unidos?, ¿y de qué manera piensa aumentar la inversión privada en nuestro país?
La decisión de votar en blanco no se da, como lo ha dicho usted, “para que solapadamente se apoye a Iván Duque”, sino porque hay un gran número de electores en Colombia que como yo, por ejemplo, no estamos convencidos de que, en primer lugar, una eventual administración suya, doctor Petro, nos lleve por la senda del progreso, y en segundo lugar porque dudo mucho que algunas personas que integran el círculo que acompaña a Iván Duque (Álvaro Uribe, Alejandro Ordóñez, Carlos Alonso Lucio y personajes cuestionados de Cambio Radical y de la U) lleguen con ganas de hacer el bien y trabajar por una sociedad más justa y luchar contra la corrupción.
A mí que me expliquen cómo un expresidente que utiliza su gobierno para cambiar la Constitución y hacerse reelegir comprando congresistas piensa ayudar a combatir esta práctica malsana en la política en un eventual gobierno del Centro Democrático, o que se puede actuar con transparencia cuando se es apoyado por un partido como Cambio Radical que en La Guajira tiene una estructura política que ha desangrado sus finanzas públicas. En política no hay almuerzos gratis y ningún apoyo se da porque sí. Ya veremos de qué manera Iván Duque pagará los respaldos que le han llegado en los últimos días.
Si su propósito, doctor Petro, es convencer a la mayoría de colombianos de favorecerle con nuestro voto, hágalo siendo claro en sus propuestas, sin tanta demagogia y filosofía y sin ningún tipo de chantajes políticos.
Quienes tomamos la decisión de votar en blanco merecemos respecto, doctor Petro.
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